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Only god forgives


Julian es un fugitivo de la justícia americana que dirige un club de Muay-Thay en Bangkok como tapadera de una organización ilegal de drogas.
Cuando su hermano Billy aparece muerto tras matar a una prostituta, la policía recurre al agente retirado Chang, que no tardará en dar caza al hermano del protagonista.
La madre de Julian, Jenna, cabecilla de una organización criminal, planea un ajuste de cuentas y le ordena a Julian que dé caza al asesino de su hermano, empezará así un viaje hacia su redención a través de la venganza.

Una de las películas más esperadas del Festival de Sitges que llegaba tras ser abucheada y tratada de excesivamente violenta en Cannes y que nos deja un sabor muy agridulce.
Visualmente la película nos recuerda al David Lynch de los últimos años, potente, con planos elegantemente cuidados, imágenes sugerentemente atractivas, una fotografia donde el rojo invade la pantalla, pero quizás se excede en las pausas que hacen que la cinta tenga un ritmo excesivamente lento.

El leitmotiv de la cinta es la venganza, que arrastra a los tres personajes principales a una espiral de violencia, que no da para llenar todo el metraje. Si bien la venganza es uno de los temas más recurrentes en el cine, su director, el danés Nicholas Winding Refn , no aporta ningún elemento destacable al género y la cinta se pierde por momentos en delirios visualmente atractivos pero narrativamente poco justificables, eso si, todo acompañado de una oscura y espectacular BSO con profundas bases electrónicas.
Así pues aceptamos que el público diga que es una película violenta, pero es cierto que esta violencia no es más que el medio hacia la venganza, no considero que sea gratuita.


Los personajes son seres sin alma ni escrúpulos, y podremos distingir al mal encarnado en Julian y su madre y a su némesis, una especie de Angel Exterminador que imparte dudosa justicia divina con su katana, verdugo sin compasión amante de los karaokes.

Ryan Goling vuelve a repetir papel protagonista con el mismo director, en un papel de tipo duro, cerrado y distante que hace pocos esfuerzos para empatizar con el espectador, si a eso le sumamos el poco texto que tiene no podemos decir que el niño mimado de Hollywood luzca especialmente. El guión lo deja encorsetado en un papel que dice más por sus silencios y sus planos que por su interpretación.


Brillante la madre de Julian interpretada por Kristin Scott Thomas (La pesca del Salmón en Yemen,2011) en un registro de mujer sin escrúpulos que recuerda a Olimpia de Epiro madre de Alejandro Magno , por esa relación sugerentemente incestuosa y destructiva que nos deja entrever el director.

Completa el reparto principal el policia vengador de la justicia interpretador por un hierático Vithaya Pansringarm, que cumple con el papel de justiciero e inquebrantable agente de la ley, que entiende que la justicia no es solo cosa divina, sino también terrenal.

Controvertida cinta que no puede dejar indiferente, visualmente una delicia de ritmo pausado y parca en diálogos, pero aún me pregunto si es necesario envolver un guión tan simple y predecible con un papel visual tan cuidado.

JORDI FREIXEDAS


Título
Solo Dios perdona
Título origina
Only God Forgives
País
UK / USA / Tailandia
Estreno en USA:
19/07/2013
Estreno en España
31/10/2013
Productora
RADiUS-TWC
Director:
Nicolas Winding Refn
Guión
Nicolas Winding Refn
Reparto
Ryan Gosling, Kristin Scott Thomas, Vithaya Pansringarm

1 comentario en “Only god forgives”

  1. No podria decirlo mejor, la película es lenta en muchos momentos por muy colorida y cuidad que sea su predentación. Excesivamente reflexiva y esfectivamente encorseta, en mi opinión una lástima, al buen actor que es Gosling, que da para mucho más que para pasarse todo el metraje aguantando la cara de poker, que llega a destacar por su infinita inexpresividad forzada. Parece imposible pero aún y así Ryan Gosling consigue erigirse en lo mejor de este peculiar filme.

    En cuanto al polémico exceso de violéncia del filme, hay que decir que es precisamente uno de sus puntos fuertes. Si uno le quita eso no queda prácticamente nada más allá de la gran plasticidad de unos personajes que parecen desplazarse a cámara superlenta, como queriendo emular el reciente taquillazo de Curaón.

    Sorprende mucho que el realizador Winding Refn deduque la película al gran Alejandro Jodorowsky, de quien ha declarado que no sólo es admirador, sino también discípulo espiritual. Sin duda Jodorowsky merece mejor trato.

    Ciertente Scott-Thomas está inmensa aunque se mantiene en su registro habitual y abducida por la trabajadíssima inexpresividad que invade el filme, cuyo reparto parece salido de La invasión de los ultracuerpos.

    A pesar de todo, os animo encarecidamente a que la veáis, si puede ser en el cine, ni que sea para pasar un rato buscando si en toda la película hay algún actor que pestañee en plano ni que sea en una sola ocasión. Ahí queda el reto.

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