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Hannibal, el análisis definitivo

Dejémoslo claro. Vivimos en una época en la cual la todopoderosa HBO se ha ganado a pulso el título de creadora de entretenimiento serial de calidad en la parrilla televisiva estadounidense, y por lo tanto directamente en la internacional. Sin embargo, ocurre que surge de vez en cuando una serie ajena a la cadena dispuesta a desbancar este monopolio del espectáculo.

En este punto entra en juego la NBC. La multinacional ha estado desde siempre muy ligada al formato del talk-show, recordemos que es la cuna del Saturday Night Live y del increíblemente popular The Tonight Show, aunque suyas son también la inagotable Law & Order (¡ya llevan veinte temporadas!), El Equipo A o The Office versión yanqui. Hannibal ha sido una de sus últimas grandes apuestas y, a pesar de que la primera temporada fue acogida con desgana y pereza por la audiencia, la segunda ha sabido rescatar el apoyo del público con una media de tres millones de espectadores por episodio.

¿Qué es lo que tanto atrae del fenómeno Hannibal?

Dos hombres discuten sentados en sillones de cuero en una habitación depurada, pulida, poco iluminada. Uno de ellos habla sobre la muerte, sobre la imagen que tiene de ella y sobre qué sentimientos le produce el estudiarla. El otro, tergiversando de forma inteligente las palabras del primero, se interesa por aquello que la muerte puede aportarle más que por lo que puede negarle. La habitación es la consulta de un psiquiatra. El primero, el paciente, es Will Graham, asistente en comportamientos psicópatas del equipo forense del FBI, por otra parte personaje principal de las dos primeras temporadas; quien le da la réplica, quien le manipula, es Hannibal Lecter, verdadero protagonista de su serie homónima.

Esta situación viene a ser, a grandes rasgos, el resumen de la trama principal de la serie y, en concreto, de su primera temporada, que funciona como temporada introductoria. Sin embargo, se trata de una introducción masiva. No sólo se presentan los personajes, sino que también se les disecciona uno por uno, se les analiza bajo el bisturí mental del doctor Lecter. Y se descubre que, pese a la frialdad de sus comportamientos, son personas extremadamente complejas.

La segunda temporada difiere de la primera en cuanto a la manipulación entre paciente y psiquiatra, que se convierte en bidireccional. Will, en una situación comprometida al inicio del episodio 2×01, no sólo es la presa de Hannibal sino que también actúa como su cazador. Esta segunda temporada, la última por el momento aunque la tercera ya ha sido confirmada por el productor Bryan Fuller, funciona en cierto modo de la misma forma que lo hizo Homeland en su momento. Los miembros del reparto, ya asentados y conocidos, se enfrentan a una falsa revelación que debe ser desentrañada para dar con la verdad.

El ritmo narrativo se vuelve mucho más frenético. Las sub-tramas se pervierten, algunas dan comienzo y se quedan sin respuesta, resurgen enigmas del pasado. Al final, da la impresión de estar viendo dos temporadas en una sola, tal y como sucedía con Homeland cuando, a mitad de su magnífica segunda temporada, se producía un giro de guión de unos niveles tan altos que nadie alcanzaba a imaginar las cuotas de tensión a las que se elevaría el episodio final.

Lo que Hannibal se esfuerza por contar desde su episodio piloto es, ante todo, la relación de poder entre dos hombres que tienen más fallos que virtudes, entre el propio psiquiatra y su paciente estrella, Will. Y como cualquier otro poder que busca el sometimiento ajeno, entre las armas que se emplean están la persuasión, el dolor, la culpa, la pérdida y sobre todo la dominación. Hannibal ofrece (y es muy probable que lo siga haciendo en su tercera temporada) un extenso diálogo entre sus dos protagonistas que avanza lentamente a cada episodio, y que demuestra que en esta serie las palabras son más afiladas que los cuchillos.

Pese a que la irrupción de sub-tramas del modelo “asesinato por capítulo” sea inevitable, estas no se incluyen para alejar la trama principal, sino para reforzarla. Mientras que los crímenes de la primera temporada giran entorno al escurridizo personaje de Hannibal, los tres pequeños criminales que irrumpen en la segunda temporada pasado el séptimo episodio ofrecen al psiquiatra la oportunidad de modelar a Will a su voluntad, arrebatándole hasta el más mínimo remordimiento que ataña a la acción de matar.

Mientras que en series como C.S.I. o Mentes criminales el crimen es la base y, por ello, los episodios son en su 90% autónomos los unos de los otros, siempre admitiendo una pequeña conclusión al final de cada uno que poco a poco da forma a una relación de amistad, de odio o de amor entre los protagonistas, en Hannibal toda acción tiene al psiquiatra o a su paciente por consecuencia. Ellos son la base, son el centro del micro-universo que es la serie.

Hannibal consta de tres grandes rostros conocidos entre la plantilla artística. Laurence Fishburne (Apocalypse Now, Matrix, C.S.I. Las Vegas) interpreta a Jack Crawford, el duro y metódico agente especial del departamento de Ciencias del Comportamiento del FBI y jefe de inestable cazador de asesinos Will Graham, encarnado por un sufrido Hugh Dancy, conocido por sus colaboraciones en filmes como El Rey Arturo, Adam o Savage Grace.

Sin embargo, quien se lleva las verdaderas alabanzas es un Mads Mikkelsen en estado de gracia quien no sólo ha conseguido que nos olvidemos que una vez fue aquel estremecedor villano Bond conocido como Le Chiffre, sino que incluso ha conseguido hacer sombra al Lecter de Anthony Hopkins. La fuerza interpretativa del actor danés reside tanto en su, paradójicamente, pausado tono de voz como en su puntiagudo rostro que, gracias al meticuloso trabajo del director de fotografía, adquiere en ocasiones el aspecto de una espantosa calavera.

Por otra parte, la caracterización de los personajes secundarios, procedentes la mayoría de ellos del imaginario de Thomas Harris, escritor de cuya mente surgió el personaje de Hannibal, es sin duda otro de los aciertos de la serie. Tanto en su primera temporada como en su segunda, personajes como el de la aséptica doctora Daphne Du Maurier, la periodista Freddie Lounds (feminizada respecto al original en las novelas, un hombre), o el desquiciado Mason Verger mantienen el aura macabra que sobrevuela cada episodio.

Llegamos finalmente a la razón por la que Hannibal sobrepasa a muchas otras ficciones televisivas actuales. Oscuridad. La quintaesencia de la serie. Oscuridad tanto escénica como interpretativa. Hannibal, con el respaldo de cineastas como David Slade (30 días de oscuridad, Hard Candy) tras el episodio piloto, Vincenzo Natali (Cube, Splice) o Peter Medak (Al final de la escalera) entre otros, ha logrado crear un potente estilo visual. Un estilo perverso, sádico, lleno de matices. Un estilo a través del cual los personajes deambulan como almas perdidas en busca de respuestas, aunque también lo hacen como ambiguos profetas del bien y del mal, de lo correcto y lo deseable.

La iluminación, los tonos del decorado, el vestuario e incluso los suculentos platos que el psiquiatra caníbal prepara para su propio goce están al servicio del barroquismo de una serie que destaca por su frialdad. No hay cabida para la esperanza ni la felicidad, el descenso de Will a la mente del asesino que le persigue es también un descenso a los infiernos. Pero se trata de un infierno gélido cuyas puertas están custodiadas por un hombre con astas de ciervo sobre la cabeza.

 JUAN PRIETO

 

 

Trailer de la primera temporada de Hannibal

Ficha Técnica

Título original: Hannibal
Director: Bryan Fuller, David Slade, Michael Rymer, James Foley, Guillermo Navarro, Peter Medak, Vincenzo Natali, Tim Hunter, John Dahl, David Semel
Guión: Bryan Fuller, Steve Lightfoot, Scott Nimerfro, Chris Brancato, Andrew Black, Jennifer Schuur, Jeff Vlaming, Jesse Alexander, David Fury, Jim D. Gray, Kai Wu
Música: Brian Reitzell
Fotografía: Karim Hussain, James Hawkinson
Reparto: Hugh Dancy, Mads Mikkelsen, Laurence Fishburne, Caroline Dhavernas, Kacey Rohl, Lara Jean Chorostecki, Hettienne Park, Aaron Abrams, Dan Fogler, Eddie Izzard, Gillian Anderson, Gina Torres, Anna Chlumsky, Raúl Esparza, Scott Thompson, Vladimir Jon Cubrt, Mark Rendall, Torianna Lee, Ellen Muth, Demore Barnes, Lance Henriksen, Chelan Simmons, Michael Pitt, Katharine Isabelle, Jonathan Tucker.
Productora: Gaumont International , NBC
Año:2013
País:Estados Unidos
Web Oficial

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