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Rogue One: un spin-off de Star Wars

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana, había una película que quería pertenecer a la mítica saga Star Wars, se llamaba Rogue One.

Su problema era que ni contaba con los famosos textos introductores, ni tenía la celebrada música que caracteriza la franquicia ni aparentemente tenia nada nuevo que contar. Debía desgranar una historia del pasado cuyos protagonistas no dejaran rastro alguno de su existencia en un futuro en el que nunca llegaron a existir.

Si es que ya su propio título le daba aire de filme de segundo fila entre sus iguales, Rogue One: una historia de Star Wars. Para más inri, la cinta no podía contar con suculentos cameos de actores que, tantos años después, no colarían como jovencitos ni a golpe de botox por vía intravenosa.

Como colofón final, la pobre película iba a ser escudriñada por exigentes fans que, a pesar de estar internamente ilusionados, la irían a ver anticipando su profunda decepción y con irresistibles ganas de destrozarla. La verdad es que Rogue One no lo tenia nada fácil.

Un latino, un chino, un negro y un moro entran en una cantina de un remoto planeta con un robot humorista para enfrentarse a un muerto recreado por ordenador. Quién gana? Las arcas de Disney.

Hablamos de la primera película de la más conocida saga galáctica del mundo que no es un Episodio oficial. Como si de un hijo bastardo no reconocido se tratara, Rogue One tenía que valerse por sus propios méritos aún y estar destinada a ser inevitablemente comparada con las inmortales películas principales de la saga, los famosos Episodios de Star Wars.

Su etiqueta de producto hecho meramente para conseguir ingresos de taquilla a costa del fanatismo que arrastra la saga y de recurso fácil de Disney para sacar rendimiento económico a su multi millonaria inversión, así como el papel de puro pasatiempo a la espera del esperado Episodio VIII, tampoco auguraban nada bueno a Rogue One.

Es un placer poder afirmar ahora con convencimiento que, a pesar de todo lo expuesto, Rogue One funciona, gusta, entretiene y emociona. Engancha, sorprende y divierte. Asume el difícil reto con valentía para darnos acción, grandes puestas en escena y algunas sorpresas que se agradecen, cuajando un spin-off perfecto que encaja al milímetro en la línea temporal y estructural de la trama general de la franquicia. Poco más se puede pedir a un filme sometido a semejante presión.

Quizás de entre sus grandes actores podría decirse que el que a priori era el mejor, Fotest Whitaker, es el único que desentona por su sobreactuación. A su favor tiene que no es un papel en el que nos tenga acostumbrados. El resto del elenco realiza un muy buen trabajo consiguiendo que no pareza una película coral a pesar del tamaño del grupo, en el que por cierto destaca un gran Mads Mikkelsen.

No hace falta decir que los efectos visuales son excelentes, como no podía ser de otra manera, y que los múltiples guiños a anteriores entregas son una delicia. Incluso el tramo final de la película está a la altura de la mayoría de los de otras películas de la franquicia, tanto en espectacularidad como en emoción, dejándonos un maravilloso sabor de boca.

En definitiva, Rogue One es una película imprescindible para todo fan de la saga e incluso para todo el que, sin ser fanático de Star Wars, haya visto todos los Episodios hechos hasta la fecha. Una pequeña pero épica historia que añade un pedacito más de mito a la saga y que sirve como perfecta telonera de La Guerra de las galaxias, o como se llama ahora, Star Wars Episodio IV: una nueva esperanza.

JORDI CIERCO

Título original: Rogue One: A Star Wars Story
Año: 2016
Duración: 133 min.
País Estados Unidos
Director: Gareth Edwards
Guión: Chris Weitz, Tony Gilroy (Historia: John Knoll, Gary Whitta; Personajes: George Lucas)
Música: Michael Giacchino
Fotografía: Greig Fraser
Reparto: Felicity Jones, Diego Luna, Ben Mendelsohn, Donnie Yen, Jiang Wen, Mads Mikkelsen, Forest Whitaker, Alan Tudyk
Productora: The Walt Disney Company / Lucasfilm
Web oficial

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