El Congreso

El Congreso

Ari Folman nos invitó a viajar al Líbano de 1982, en Vals con Bashir (2008) dónde a través de recuerdos, sueños, y otras tantas pesadillas, conectaba el supuesto presente con el pasado, todo un viaje en el tiempo con el que nos recordaba que no sólo el futuro es consecuencia del pasado (de ahí las huellas imborrables y las heridas, cicatrices dolorosas y sangrantes de los protagonistas) sino que ese pasado es tan presente como la vida misma. Prueba de ello son los días que vivimos ahora mismo con el conflicto que ocupa todos y cada uno de los medios de nuestro país.

De la misma manera, pero con más surrealismo, imaginación y poderío visual el director nos lleva aún más lejos en un viaje que especialmente centrado en los EEUU y la industria cinematográfica, bien se extrapola a todos y cada uno de los rincones de este planeta. Nos presenta un futuro en un principio utópico, en el que los actores de Hollywood son inmortales, no envejecen y encima todos y cada uno de nosotros si lo deseamos, podemos convertirnos en ellos, en nuestros héroes.

Su desembarco en América (recordemos que no en su totalidad, puesto que es una coproducción israelí-norteamricana-francesa) no ha podido ser mejor: La adaptación de ‘El Congreso de Futurología’ de Stanislaw Lem le sirve a Folman como base teórico-práctica para la realización de una película justo a su medida, una cinta de ciencia-ficción que no deja de lado la animación. Claramente dividida en dos segmentos, uno en imagen real con los actores y otra con ellos mismos como criaturas animadas, alter-egos de ese futuro en el que si no todos, casi todos estamos muertos sino elegimos la inmortalidad. Y a qué precio. Pero de ahí viene la sorpresa y reflexión de la película.

Robin Wright y Harvey Keitel (este último tiene uno de los discursos más importantes y bonitos de toda la película) son la parte “humana” de la película en función de un juego de cine dentro de cine, en el que se aluda a La Princesa prometida como comienzo de la decadencia del sistema reflejado en la actualidad y masacrado en ese futuro sin alma, sin espíritu ni decisión. El uso de la animación y su diseño de producción, en un estilo que parece un cruce entre la locura diabólica de la Warner Bros. y la inocencia perversa y maniquea de Disney, con unos toques del lisérgico mundo mágico del Studio Ghibli, nos dice mucho y nos invita a ese congreso dónde lo icónico, lo capitalista mata todo lo vivo y nos enseña el camino fácil a vivir sin preocupación y consiguiendo todo lo que deseemos a golpe de talón.

Esos iconos continuamente representados, con el estilo que hemos señalado, son las perfectas instantáneas, lo que el ojo si ve, y un juego cinéfilo-cultural repleto de imágenes y personajes históricos, del mundo del cine, de la historia, de la cultura pop… para que el espectador medio se entretenga buscando quién es quién, pero la sensación no es exactamente esa, la que el director nos quiere transmitir, no quiere que nos quedemos con la “imagen” ya que al sensación es otra, es la de ir más allá. La intención del director es que con esa amalgama de iconos, de imágenes, dinamitemos y nos demos cuenta realmente de que cómo y porqué y quiénes son los causantes genéricos de que todo acabe en una “aparente” Utopía. Pura (y dura) ciencia ficción. No se olviden de masticar la escena final. Avisados quedan.

Raúl Martín

 

 

 

Tráiler de El congreso


 
Ficha técnica

Título: El congreso
Título original: The Congress
Director: Ari Folman
Guión: Ari Folman (Novela: Stanislaw Lem)
Música: Max Richter
Fotografía: Michal Englert
Reparto: Robin Wright Penn, Harvey Keitel, Danny Huston, Paul Giamatti, Frances Fisher, Kodi Smit-McPhee, Michael Landes, Sami Gayle, Matthew Wolf, Jon Hamm, Michael Stahl-David
Productora: Liverpool, Paul Thiltges Distributions
Año: 2013
Duración: 120 min.
País: Israel
Web oficial

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